Masculinidades: La industria del pene // La Columna

José Carlos Moreno Mendoza //Columnista

La pornografía es un reflejo de las relaciones socio culturales y sexuales entre las sociedades occidentales y sus individuo(a) s, es la representación gráfica más burda que vista de cerca nos revela los cimientos simbólicos que rigen nuestros sistemas organizaciones al tiempo que funge como expendio dosificador de los estímulos y recompensas. 


Todo está disponible, cualquier contenido derivado de cualquier esquema psicológico está a la venta por un precio. 
Poco se piensa en la imagen del hombre en todo éste proceso. La noción más común de encontrarse es que los hombres que realizan servicios de sexo servicio heterosexual (sobre todo actores porno) son hombres privilegiados, envidiados, resultan incluso modelo a seguir. La realidad es que la violencia de la industria pornográfica también toca y mucho más de lo que se cree, a los hombres, sus cuerpos, y su pene. 

La industria del Pene tiene que ver con todo el simbolismo del que ha tenido que ser objeto el Pene como estandarte del hetero patriarcado y que se comercializa como tal: si la vagina ha sufrido una humillación abierta, el Pene vive en una humillación velada, inconsciente de la violencia y la humillación que le representa ser reducido a ser el elemento representativo de la dominación.
 
La industria del porno más consumido, el porno heterosexual, es consumido mayormente por hombres, y en él se les recuerda a ellos la importancia y las reglas para ser hombre. Todo su comportamiento debe de estar en armonía con el físico, debiendo proyectar en todo momento hombría, potencia, fuerza, rigidez, capacidad, impulsos, ser evidentemente un Pene erecto para todos los efectos: sin pensar por sí mismo, sin preocuparse por sí mismo, una herramienta de conquista y dominación que sin embargo no es más que eso, una herramienta de algo más.
 
Es en éste proceso de vorágine simbólico que el Pene como elemento biológico de un ser humano se pierde en el conjunto de adjudicaciones y asociacionesconceptuales necesarias para ser transformado y usado en el ejercicio del poder. De él y de su dueño humano no quedan rastros de humanidad. Es éste el mensaje primigenio y constante en la dialéctica entre sociedad masculina y pornografía, antes del de oprimir a la mujer y cosificarla, ya que para eso se necesita de las herramientas, el mensaje es adoctrinante: conviértete en herramienta. La herramienta es el Pene construido-no propio y el hombre debe aspirar a ser el mismo como un Pene en todoslos aspectos de su vida.

En la intimidad como en el porno se espera todo del Pene. Es él el elemento fundamental de la ecuación para poder mostrar dominación patriarcal, y su eyaculación es la manifestación liquida del éxito en este dominio.  No por nada la eyaculación masculina es en el porno hetero sexual la toma más importante, la que genera más ganancias (moneyshot, le dicen), es componente fundamental junto con el cuerpo de una mujer para lograr la yuxtaposición simbólica: mi eyaculación que es mi placer, es tu deshonra.

Todo esto es violento para ambos sexos y ambos cuerpos, pero no hemos dado mucha atención a lo más obvio que ocurre para el hombre: a diferencia de la mujer que por diferencias biológicas no está en obligación de excitarse si puede actuar como tal y convencer de que lo está, el hombre debe mostrar erección y así irremediablemente vende su auténtico placer y convierte al medio del mismo (supene) en objeto, cosificándose a sí mismo y apropiándose del reduccionismo: “no soy nada más que un pene.” 

Esto distorsiona las relaciones humanas hombre-mujer desde sus bases, y violenta al hombre ya que en la intimidad de él se espera no sólo una erección, esa es prerrequisito ya que no se entiende siquiera la idea de un erotismo masculino sin la irrigación de sangre en el Pene, sino además se espera sobre todo y al final de todo, la eyaculación. 

El hombre la espera y la mujer la espera, y ambos la exigen de diferentes maneras, a diferencia de la mujer quien no es discriminada por no tener orgasmos o mostrar signos evidentes de excitación, al hombre se le demanda la muestra de excitación y de eyaculación para considerársele buen hombre; tiene que mostrar en la intimidad todas las señales biológicas que se ha dictado involucra la masculinidad, y si esto no sucede así tal cual tanto en la intimidad como en el porno o cualquier otro servicio de sexo servicio, el hombre paga precios desde económicos hasta sociales-culturales, y sufre consecuencias psicológicas que tienen muchas veces desenlaces fatales.

Esto es para todos los efectos violencia de genero ya que se ejerce contra los hombres por el sólo hecho de ser hombres. Es una violencia consensuada y reproducida, y validada por nuestra sociedad mexicana, la estructura del poder están compleja que se ha configurado de tal modo que esposible ver como sobrevive e impera a través de las mujeres que le recuerdan a los hombre que están fallando en su papel de opresores para con ellas mismas. 

Cada vez que una mujer espera que su pareja hombre sea lo que de él se ha esperado social, cultural, e históricamente, inclusoen el más mínimo de los comentarios, está reproduciendo este esquema a cierta escala.

Por todo esto, es de la incumbencia de todas las mujeres y todos los hombres examinar nuestras conductas en las relaciones de todo tipo e identificar de donde provienen para ejar de reproducir a la industria del pene.

José Carlos Moreno
Jefe Editorial en http://guadalajaratrespuntocero.com/
Logoterapia, Teatro, Cine, Derechos humanos y Gestión de Paz.
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