Ponderar Derechos Humanos es Gestionar la Paz
José Carlos Moreno // Columnista
Toda sociedad democrática que se suscriba a la visión y al ejercicio de los Derechos Humanos, deberá enfrentarse constantemente a un escenario de ponderación de Derechos. Es un ejercicio necesario para la salud social y que requiere de participación informada, constante y de buena fe, surge a partir de la identificación de un conflicto de Derechos y como su nombre lo sugiere, ponderar significa realizar una evaluación para elegir en un momento o circunstancia dada, la prioridad que deberá tener una cosa sobre otra.
En éste caso el ejercicio de ponderar puede ser confuso, debido a que puede aparentar contradecir la teoría de los Derechos Humanos en cuanto a que estos son irrenunciables, o que ninguno está por encima del otro. Sin embargo hay que tener muy claro que éste ejercicio no promueve que un Derecho valga más que el otro, o que se renuncie por completo a alguno, significa más bien buscar priorizar la dignidad de las personas, eje fundamental de la filosofía de los Derechos Humanos. Es decir que se busca la resolución del conflicto en favor del mejor panorama posible para ésta misma dignidad reconocida ya que es un ejercicio guiado por el principio pro persona.
Este actuar significa ya de entrada promover y defender los Derechos Humanos y tiene incidencia real cuando genera una costumbre, por ejemplo si el mismo Derecho se pondera de igual manera ante un escenario repetido, se crea un proceder reconocido que se consagra en las determinaciones jurídicas de una sociedad o sociedades. De esto existen diferentes ejemplos, en el ámbito del Derecho Internacional se ha visto mucho en cuestiones de conflicto de delimitación de espacios marítimos, o cuando se trata de definir cuanto derecho tiene cual país a la explotación de recursos en territorio compartido, ahí se observa mucho la costumbre internacional como fuente de Derecho.
Ahora, también hay que saber diferenciar lo ponderable de lo imponderable, el debido proceso, por ejemplo, es un Derecho imponderable, no se puede sujetar a ninguna comparación y debe permanecer inmaculado para cualquiera. Esto es cierto cuando en marchas o manifestaciones resulta haber personas detenidas; bajo cualquier acción que hubiera realizado la persona detenida, existe un debido proceso de detención que debe observarse y cumplirse bajo cualquier circunstancia y sin ninguna excusa de por medio parte de todas las autoridades involucradas. Esto en claro, debemos entender que la realidad social que vivimos no se puede leer bajo la lógica elemental de "policías y ladrones", no podemos creer que toda persona detenida "fue por algo, algo hizo", y evitar caer en clichés como "no eran blancas palomitas", porque es una óptica demasiado elemental, pero nadie, haya hecho o no algo que ameritara su detención, debe sufrir la privación de sus derechos durante la misma.
Y hay que tener cuidado con ponderaciones erróneas, sin fundamento y esencialmente cancerígenas para la democracia y las libertades fundamentales: Con la reciente Ley “anti marchas”, los representantes legislativos han realizado no un ejercicio de ponderación de Derechos de la ciudadanía tanto como una ponderación de tipo empresarial: daños y costos, y respuesta de control de daños. Han elegido que en estos tiempos de crisis de Derechos Humanos, de crisis del Estado de Derecho y de crisis en el sistema institucional nacional, es más importante garantizar el libre tránsito y la accesibilidad que garantizar la libertad de expresión, la de asociación, la de manifestación pacífica. Ésta ponderación no es representativa, no parte del principio pro persona, y representa una acción de estrategia política que tiene que ver más con las corrientes fascistas que con la democracia y la visión de los Derechos Humanos: en todo régimen fascista se encuentra una prohibición a la manifestación y la protesta, bajo cualquier excusa que sugiera un supuesto bien mayor común. La aplicación de una ponderación de éste estilo es peligrosa porque puede conducir a la guerra civil.
La correcta ponderación de Derechos por el otro lado significa gestionar la Paz, si entendemos la Paz cómo ir más allá de buscar un estado con ausencia de conflicto. Si entendemos que la Paz significa estar cerca del acceso a la justicia, lejos de la impunidad, cerca de nuestros derechos fundamentales, lejos de la represión. Si entendemos que la Paz es algo más parecido a lo que se consigue con la protesta y la exigencia ante una política de injusticia generalizada y sistemática como nos lo dejó ver el caso de los 43, entre muchos otros, y no es el estado de silencio que se vive después haber recibido un mazo en la cabeza por parte de tu gobierno, si entendemos todo esto, podemos comenzar a gestionar nuestra propia Paz, la que no nos quieren ayudar a formar.
Tenemos limitaciones y problemas críticos todavía de organización y de comunicación entre los diferentes sectores sociales, es un reto del que hay que partir para buscar ir más allá y que no se pisoteen nuestra dignidad y nuestras propias aspiraciones por no saber cómo ser sociedad. No se puede permitir la prevalencia de una estrategia que privilegia la cancelación de derechos fundamentales. No se puede permitir que se prohíba la protesta ciudadana y la expresión libre y pacifica organizada a favor de la excusa de la movilidad y el acceso.
Estamos frente a la oportunidad de crear una sociedad en constante gestión de la Paz, defensora de sus Derechos y promotora de su propia seguridad y su propia justicia, el silencio no es opción , el ruido de la protesta no debe parar y debe ser acompasado por el ruido del debate sobre lo público en lo público y en lo privado; es posible superar la condición histórica de subordinación cultural a los poderes fácticos, esa idea del mexicano “bien educado” que no se mete “en lo que no le importa”. Es posible volverse una sociedad con un carácter definido que se autorregule en función de sus intereses comunes, en nuestro día cotidiano se nos presentan las oportunidades para ello. Estamos ante la posibilidad de una autogestión ciudadana dónde todos y todas participemos entablando una observación constante a los Derechos Humanos para su defensa, una exigencia constante y organizada a nuestros representantes elegidos por nosotras las personas de manera muy diferente a los fiascos recurrentes que hemos tenido en lugar de elecciones, y un actuar congruente frente a cualquier escenario público o privado, que todo esto nos compete tanto como el marcador del último partido o el final de la novela.
La ponderación es nuestra, no de nuestros “representantes”. Es nuestra obligación dejar eso en claro, hacer el ejercicio y comunicarlo, fuerte y alto, en más manifestaciones. Ponderar Derechos Humanos es gestionar la Paz, la pregunta al aire para partir es ¿Qué es, en éste contexto, lo más importante, lo más urgente? ¿Libertad o silencio?
José Carlos Moreno
Logoterapia, Teatro, Cine, Derechos humanos y Gestión de Paz
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