Las trágicas verdades históricas // Columna

José Carlos Moreno // Columnista La Región

En una conferencia de prensa y acompañados por integrantes del Centro Pro DH y de la Montaña de Tlachinolan, las familias de Ayotzinapa han dado su postura sobre la información entregada por el equipo argentino de antropología forense, y ésta dice mucho, no sólo sobre el caso en sí, si no de nuevo nos habla sobre la situación y verdad (trágica) nacional.


Las familias reafirmaron su completa desconfianza para con las investigaciones de la PGR y niegan rotundamente cualquier posibilidad de darle carpetazo al caso. Y es que el equipo argentino ha concluido que lo arrojado por la PGR no es evidencia suficiente para concluir la investigación. 

Es alarmante que éste evento haya dejado ver dos cosas: la primera que si no fuera tan absurda sería aplaudible, es que la organización creada a partir de éste caso es de corte muy profesional, el equipo de trabajo, incluido el equipo argentino, ha hecho una labor impresionante, y la ha hecho como una emergencia ante el vacío de responsabilidad, de habilidad para responder, por parte del gobierno federal.
 
Casi todas las luchas por los Derechos Humanos que se han llevado a cabo en éste país son resultado de instancias ajenas a los órganos de administración e impartición de justicia gubernamentales, y eso es verdad histórica.  Es lógico si pensamos que los grandes atentados contra los Derechos Humanos han sido perpetrados de alguno u otro modo por el mismo gobierno, pero el que sea lógico no lo hace ni valido ni aceptable. Es totalmente reprobable que las organizaciones civiles y populares tengan que cargar con todo el peso de los trabajos de investigación que no lleva a cabo el gobierno y además tengan que luchar contra todos los obstáculos que éste mismo les va poniendo en su camino, así como tener que revisar mil veces cualquier ayuda que reciban por la desconfianza histórica que se ha generado con justa razón.
 
La otra cuestión que resulta lamentable en éste caso, es el hecho de que por primera vez las familias de los normalistas hayan sentido la totalmente legítima necesidad de expresar y pronunciar su preocupación por la seguridad ya no de ellos, si no de los peritos argentinos y de los abogados de Tlachinolan. Cuanta verdad histórica hay detrás de ésta preocupación y con cuanta tristeza debemos admitir que personas profesionales de otra nación que vienen aquí a llenar vacíos de responsabilidades movidos seguramente por un sentido de la empatía, de la solidaridad, y de la ética, que estás personas, pues, que a pesar de todo no pertenecen a éste país y no tendrían necesidad alguna de intervenir,  se sientan y se vean en un peligro real.
 
En todo esfuerzo por la verdad y por la memoria ha habido siempre fuerzas opuestas a las que no les conviene que estas sean reconocidas y traídas a la luz pública, aquí no es la excepción, y esas fuerzas hoy son más que capaces de no sólo amenazar a propios y extraños, si no de desaparecer sin advertencia alguna, no es paranoia, es verdad histórica. Los peritos argentinos colaboran con otros expertos, de otros países, y ellos no plantan evidencias, como la PGR, ellos no fuerzan evidencias a sus hipótesis, si no recogen evidencias y formulan hipótesis,  ellos no hacen política, si no ciencia. ¿Cuánto tiempo pasará para que las personas que forman toda esta red internacional de trabajo profesional se sientan o sean amenazadas por  contribuir a hacer la verdad histórica mexicana?
 
El ojo de la ONU recientemente reprobó a México en su examen en Ginebra, y todos vimos con asco la poca vergüenza en el discurso de defensa, y el cinismo paralelo con el que aquí pretendió dar carpetazo. La ONU  investiga también lo que ocurre con la libertad de expresión y la represión de la misma a raíz de la lamentable y reciente muerte del periodista Moisés Sánchez, desgraciadamente uno de muchos y muchas periodistas que ejercen el oficio más peligroso en uno de los países más peligroso. Ya antes hace 5 años en 2010, la organización Human Rights Watch había calificado a México como el peor país para ejercer la libertad de expresión y el periodismo, como resultado de su investigación anual en el tema. Esto también es verdad histórica.
 
Otra verdad histórica trágica es que ya antes un órgano internacional importantísimo como lo es el Sistema Interamericano de Derechos Humanos a reprendido y a fallado en contra del Estado mexicano por casos de violencia de género, de desaparición forzada, de represión… ¿Acaso ya el cinismo interno está rebasando el sentido de realidad? Es decir, ¿Es el Estado ya tan incapaz de verse a sí mismo que se olvida que está dentro de un foro mundial que le observa? O quizás a este foro no le importe tanto, quizás tengamos que ver las verdades históricas trágicas de la ex Yugoslavia, de Palestina, de diferentes países y regiones Africanas, de Guatemala, y la nuestra propia, para aventurar una desilusionante conclusión.
 
Finalmente, algo que ya sabíamos pero hay que seguir nombrando y reconociendo, y seguir lamentando y exigiendo justicia al respecto: ¿Quiénes son las personas a las que la PGR ha querido hacer pasar como los 43 normalistas?, ¿Quiénes son las personas que han aparecido en las decenas de fosas, narco fosas, y fosas clandestinas, en los últimos 8 años?

De quienes quiera que sean esos restos humanos, alguna vez fueron eso, humanos, y si bien Ayotzinapa a convertido su evento de tragedia en una agenda de lucha y representación simbólica de todas las desapariciones forzadas en éste país, hay que ir haciendo las pausas y las exigencias especificas pertinentes, para seguir en un pié de lucha y resistencia fuerte y resistente como lo ha venido el valeroso equipo de familias, estudiantes, y profesionales nacionales y extranjeros, del caso Ayotzinapa. Y no hay que dejarles en soledad, porque no es justo y porque nos dejamos a nosotros mismos igual.

José Carlos Moreno.
Activista y escritor. Estudió Derechos Humanos y Gestión de Paz, Análisis Existencial y Logoterapia, y Cine. Trabajó en estas áreas y como actor. Gamer casual, fan de Pink Floyd, bloguero, dibujante y comiquero de domingo.
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