Masculinidades: ¿Qué son y para qué sirven?

José Carlos Moreno // Columnista La Región

Las masculinidades son los estudios sobre las identidades de género masculinas. Constituyen una rama actualmente rezagada por varias cuestiones, pero, a mi punto de vista, no menos importante que su opuesto complementario, los feminismos. La complejidad de las identidades de género puede ser abordada sin culpas, sin rencores históricos, y sobre todo, más en el caso de las masculinidades, sin miedos. 


Se trata de hacer consciente lo heredado, de diferenciarlo de lo autentico, de lograr empezar una construcción de lo propio en aras de mejorar la construcción conjunta en común con las otras identidades: hombres, tenemos que conocernos.
Hablar de masculinidades y de género es comenzar por entender que existen conceptos normativos que determinan y categorizan el significado de hombre y mujer, y cómo deben de actuar en consecuencia dependiendo del sexo. Estos conceptos son construidos y legitimados por la sociedad, e incluso vigilados y castigados por diferentes mecanismos, incluida la misma sociedad por parte de la normalización o exclusión de ciertas conductas. Mi padre, maestro antropólogo, suele expresar “Qué duro es ser hombre”, refiriéndose a la contundente carga de preceptos cuasi obligatorios que acompañan al ejercicio social que debe llevar a cabo por una persona con pene para tener cabida y reconocimiento social.
Ante la creciente inclusión de la mujer en las diferentes esferas sociales y políticas, y la gran diversidad de feminismos que actualmente se construyen a sí mismos desde y para las mujeres, cabe preguntarse si el género, este constructo social construido y reproducido constantemente, no precisa de dar más cabida a las masculinidades, observando precisamente el ejemplo de los feminismos que han luchado por la liberación de la mujer, cabe preguntarse si el hombre no está también no solamente francamente atado en complicidad con la hegemonía patriarcal, sino además oprimido también en diferentes grados y dimensiones por ésta,  y bajo la mortal ilusión de no estarlo.
El mundo se llena de estudios, investigaciones, y conocimiento al respecto de las diferentes identidades femeninas, sus elementos constitutivos, sus alcances, sus aportes, sus retos y sus objetivos. Todo bien. Es justo y es necesario. Pero parece que se da por sentado que la identidad masculina se da única y exclusivamente en función de la opresión que causa a la identidad femenina, y que no existe otra función ni otra particularidad que haga que lo masculino se construya por y para sí mismo. Y, con perdón, yo no creo que lo masculino sea solamente “lo que no es femenino”.
Aparentemente,  los hombres del mundo no tienen necesidades más allá de la ya identificadas por el feminismo, la sociedad de consumo, por el capitalismo y el tan nombrado hétero patriarcado. 
Aparentemente, los hombres tienen, por dónde se vea y para efectos prácticos (¿acaso importan otros?), todas las de ganar: el mundo ha sido dominado por ellos y son ellos los escritores de la historia.  Ante esto es muy pertinente la identificación y diferenciación de las masculinidades hegemónicas de las que no lo son, comprender que no todas las masculinidades son las dominantes y muchas viven la represión de las que sí lo son, así también, y aunque pese, ciertas masculinidades se ven en ciertos momentos oprimidas y violentadas por aspectos negativos de lo femenino.
Reflexionar las masculinidades de manera personal y social se vuelve urgente a medida que el mundo se pretende preparar para una era de igualdad diferenciada entre las identidades sexuales y culturales; sería una lamentable falla de cálculo pensar que no es necesario pensar las masculinidades cuando se aspira a un ideal de pensar en términos de personas y no de géneros; las personas son, y los géneros son construidos, pero estos últimos forman parte importante de la identidad de las personas, y no existe una sola masculinidad, así como no existe un solo feminismo.
La masculinidad no puede aparecer  únicamente como objeto de estudio de la violencia contra las mujeres. Debe aparecer también como objeto de estudio de la violencia de los hombres contra otros hombres, de la violencia de las mujeres contra los hombres, e ir, por supuesto, más allá de la violencia: reconocer  y deconstruir-reconstruir las propias identidades desde y para lo masculino, formar una autocrítica que complemente, corrobore o desmienta las reflexiones feministas sobre las masculinidades, puede y debe ser también una referencia para el feminismo, si el dialogo con alguno de los feminismo se traba con auténtica sed de abandono de lo absurdo de las desigualdades y del sin sentido de la violencia.

José Carlos Moreno
Estudió Derechos Humanos y Gestión de Paz, Análisis Existencial y Logoterapia, y Cine. Trabajó en estas áreas y como actor. Gamer casual, acérrimo fan de Pink Floyd, bloguero, dibujante y comiquero de domingo.
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