El PAN está en la encrucijada política

De cara al 2018, el PAN es el partido que más vale porque es el único que mantiene una lealtad electoral de años.

Cuando todo parecía cuadrar para la dirigencia de Ricardo Anaya y se le veía enfilado para ser candidato presidencial, el PRI decidió aplicarle una estrategia, ya probada en el Estado de México y con buenos resultados. De pronto, nos enteramos de los negocios familiares de Anaya, de su esposa y de sus suegros. Golpe bajo que nunca esperó el líder panista. Hasta entonces, había sido bastante consecuente con los priistas, excepto por un pequeño detalle: la propuesta de construcción de una alianza PAN-PRD que, por fin, ya logró ser aprobada por el Consejo panista. Y ahora, ¿qué va a pasar al interior del PAN y del PRD?

Empecemos por lo más fácil, el PRD. Alejandra Barrales ya se colgó una medalla importante, pues logró entablar un diálogo con el PAN que está rindiendo frutos. Además, hay una ventaja colateral: la salida de Dolores Padierna y René Bejarano, aunque no atribuible a la dirigencia, sí es producto de la alianza, no tanto en sí misma, sino que se convirtió en el pretexto que la pareja Bejarano-Padierna necesitaba para salir corriendo a los brazos de Morena, con todo y sus huestes. Podría ser una mala noticia que operadores como los líderes de IDN se vayan al partido de enfrente, pero la dirigencia del PRD seguro está respirando más tranquilamente porque ya no tiene que cargar con el lastre de la traición constante en casa.

Lo difícil es el PAN. La división se ve clarísima. Por un lado, están los precandidatos que cuestionan la gestión de Anaya, pero son institucionales. No hacen berrinche, no salen con cuestiones raras y están trabajando pacientemente. Juan Carlos Romero Hicks, Ernesto Ruffo y Luis Derbez, pacientemente esperan a ver qué pasa al interior del partido, confiados en que la suerte les puede sonreír por los medios hasta ahora insospechados. Rafael Moreno Valle ha bajado el perfil. Lógico, después de que lo pillaron por haber espiado al presidente Peña y a su gabinete, no es extraño que los ofendidos priistas, especialmente Miguel Ángel Osorio, no se lo vayan a perdonar ni de carcajada. Si no es con dinero, Moreno Valle no tiene apoyos y carece de simpatías al interior del PAN. Descartado. Otra cosa es ­Margarita Zavala. Se manejó de manera institucional defendiendo a Ricardo Anaya de los ataques del PRI. El problema fue la conducta de Javier Lozano y Ernesto Cordero, los cuales, al jugar en favor de Margarita, entraron al juego del PRI para instalar a Raúl Cervantes en la Fiscalía. Flaco favor le hicieron a la ex primera dama y a sí mismos porque al final, la candidatura de Raúl ­Cervantes a la Fiscalía General se convirtió en una demanda común de la oposición y ganaron la partida. Y eso que panistas y demás opositores tuvieron que admitir que no habían leído la "letra chiquita"; es decir, los transitorios. Hasta Andrés Manuel —que estuvo ocupadísimo en Washington para dar una conferencia en el Woodrow Wilson Center y después se fue a Londres a visitar a Jeremy Corbyn, el líder de la izquierda británica y casado con una mexicana— se manifestó por quitar el pase automático del procurador Cervantes a fiscal general por falta de consenso.

La negativa a aprobar al fiscal carnal obligó al PRI a aceptar que el próximo fiscal general no sea por pase automático. De Los Pinos salió una iniciativa para la modificación del transitorio de marras, eso resolvió instantáneamente el tema de la semana: ya hay Mesa Directiva en la Cámara de Diputados, a cuyo frente está José Carlos Ramírez Marín. Así, los priistas dieron madruguete. Al parecer eso fue parte de la ­negociación con el PAN, pero no del Frente Amplio Ciudadano, pues aún no juega en el ­Legislativo. En el Senado, pese a que nominalmente el PAN tiene la Mesa ­Directiva, eso no es tan cierto. El presidente de la Mesa Directiva es Ernesto Cordero que está enfrentado al presidente del partido porque son portadores de distintos intereses de cara al 2018. Ese drama interno probablemente terminará con que Cordero y ­Javier ­Lozano et al sean llamados a rendir cuentas a la Comisión de Orden interna y posiblemente ello signifique su expulsión de las filas de Acción Nacional. Aun así, la situación institucional quedó resuelta en el Senado. La presidencia que recayó en ­Cordero fue un mal negocio para el calderonismo, porque internamente se las van a cobrar muy caro. (Por cierto, Margarita Zavala y Ricardo Anaya coincidieron en la comida de los 300 el pasado miércoles y escasamente se saludaron).

Hubo riesgo de que la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados no quedara instalada para la presentación del Paquete Económico 2018. Pero sensatamente a fuerzas, los actores políticos convinieron en ceder. El presupuesto es año con año rehén de los diferentes intereses, y en este año electoral, todos los involucrados, grupos parlamentarios y otros actores políticos, están al pendiente de cómo se asignarán los dineros. La cuadratura al círculo surgió desde una trinchera inesperada: el Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción. ­Jacqueline Peschard y los cinco integrantes del Comité propusieron, después de una amplia (y suponemos que veloz) consulta, el nombramiento de un procurador general de transición y de consenso, que se convierta en el fiscal general, al finalizar el periodo de transición, lapso en el cual se buscará redefinir el papel constitucional del fiscal. No es la solución perfecta, pero al menos es una opción.

Curiosamente, dada la decisión del PRI de no imponer el pase automático al fiscal, el Frente Amplio Democrático se fortalece, pero igual se lo cobran. Después de que Jorge Carlos Ramírez Marín tomó protesta a su cargo, Enrique Ochoa, líder nacional del PRI, despotricó contra Ricardo Anaya, exigiendo que una vez pasado el berrinche, que diga a cuánto asciende su fortuna.

Los priistas siguen sosteniendo que la exigencia de no aceptar el pase automático del procurador a fiscal fue una cortina de humo para ocultar el enriquecimiento ilícito de Anaya y su familia, especialmente la política. El que el PRI haya cedido a modificar el transitorio le puede costar caro a Anaya, porque no tener un fiscal carnal es un golpe al PRI al corto y mediano plazos. Anaya ganó la partida, por el momento, y eso resulta inadmisible para el PRI que se haya en pie de guerra. Pero el tema para el PAN es interno.

Es un hecho que de cara al 2018, el PAN es el partido que más vale porque es el único que mantiene una lealtad electoral de años. No se puede dar el lujo de llegar dividido, pero tampoco está el horno para tener un caballo de Troya interno. Y eso lleva a un asunto de radical importancia: ¿cuál va a ser el método de elección del candidato presidencial panista? ¿Va ser por entre todos los militantes o sólo el Consejo Nacional? ¿Apoyarían a un candidato ciudadano para poder llegar a la elección presidencial con sus dos compañeros de viaje, el PRD y Movimiento Ciudadano? ¿Será que Anaya podrá imponer su candidatura o se aguantará seis años más? ¿Cuál es la verdadera fuerza interna del calderonismo? Son incógnitas que se ­despejarán en breve.

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