Eufemismos: Palabras que matan


José Carlos Moreno // Columnista


27 de enero de 2015. 70 años de la liberación de las personas prisioneras en Auschwitz. Para honrar cualquier ejercicio de memoria se debe de hacer un ejercicio de reflexión, lo que hoy se recuerda merece desmitificación a través de pertinentes aclaraciones.  La memoria es un Derecho fundamental, y ésta está estrechamente ligada al de la verdad.


Solo ejerciendo un concienzudo esfuerzo por alcanzar la verdad se puede llegar a una memoria digna, y sólo así se puede aspirar una tolerancia verdadera que tenga que ver con la gestión de Paz, no puede caber duda al respecto del genocidio en sí, pero debe haber espacio para reflexionar los proceso internos del mismo.

Éste genocidio es casi sin temor a duda el más manoseado por las predominantes vertientes históricas y también es probablemente el más evocado y abanderado en el mundo  moderno como “lo peor que ha sucedido en la historia”, desde ahí que necesita algunos reconocimientos de entrada, para evitar caer en una reducción o magnificación introyectada de semejante evento: 

No todas las personas que sufrieron de las políticas nazistas fueron todas judías, las ideologías nazis buscaban fundamentar la supuesta superioridad racial a través de la eliminación de todo grupo humano que en su identidad no conjugara con los elementos constitutivos de ésta idea, así, se incluyeron en las matanzas y genocidios a los grupos de personas homosexuales, personas de color, y de personas denominadas como “gitanas”.

Tampoco todas las personas miembros del partido Nazi comulgaban con éstas políticas, afortunadamente se registraron varios ejemplos, desde la calle en las ciudades ocupadas o en la misma Alemania, hasta el lodo y el frío material del que estaban compuestas las cámaras, las barracas y las alambradas electrificadas de los campos de exterminio, muchas personas alemanas sufrieron y murieron por ir en contra de las políticas impuestas por la maquinaria Estatal de muerte.

Cuando se habla de políticas nazis no se habla necesariamente, por más obvio que pueda resultar ahora esto forma parte del ejercicio de la memoria y la verdad, de “las políticas alemanas” o, “las políticas de los alemanes”, ya que en ambos  casos se generaliza peligrosamente y en el segundo se excluye a las mujeres.

Y último y quizás el más importante de los recordatorios-aclaratorios de este día necesarios para ésta conmemoración se refiere al hecho innegable de que éste no fue el único genocidio que han sufrido grupos humanos en la historia, desgraciadamente han existido varios, y algunos tan complejos y sofisticados como el que todavía vive la población indígena de éste país, y si partimos del principio de que ningún dolor humano, menos a ésta escala, es realmente cuantificable en tanto a dolor en sí, no es tampoco comparable, por lo que no cabe el otorgarle la categorización de “El peor genocidio de la historia”.

Ahora bien, en este tenor, es importante recordar a los eufemismos, esa figura de la retorica sobre todo política que se usa cuando no se quiere decir lo que se realmente se quiere decir, y sin embargo se dice sin decirlo.  Se trata de un encubrimiento a propósito de una verdad que sería no conveniente, cuando la verdad está ahí, al alcance de cualquiera, y proviene generalmente de una autoridad, elegida o no, y aunque se utilizan también en el ámbito privado, nunca hacen tanto daño como en la política.

Es ampliamente conocida la creación de una serie de eufemismos por parte de la maquinaria nazi que puestos en marcha al tirón parecía que se hablase en otro idioma o de procesos totalmente diferentes a los que se llevaban a cabo. Por ejemplo, cuando se juntaba en una oración u orden oficial el eufemismo “traslado”, para las deportaciones, el de “campos de trabajo”, para referirse a los campos de exterminio,  el de “tratamiento”, para las exterminaciones en sí,  y el de “solución al problema judío”, para el genocidio, tenemos que se podía transmitir la orden “deporten a x número de personas al campo x, para eliminarlas de x modo, y contribuir al exterminio”, en una oración aparentemente no amenazante, así se podía hablar de matar personas sin decirlo. Eufemismos, palabras que matan.

Pero los eufemismos mortales no se han acabado. Un eufemismo que hoy en día hace gala de una manipulación asombrosa, a mi parecer, es el de “abatir”. Cuando un policía o agente de la ley termina con la vida de otra, no se dice que el policía asesinó sino que “abatió”, no se reporta que una persona fue asesinada si no que un criminal fue abatido. La misma frase tiene un tono y un color musical que evoca cierta tranquilidad y hasta inspira cierto orgullo hacia las autoridades. Nadie se cuestiona si eso constituye un crimen natural, desde que “él (el criminal) lo hizo primero, o lo iba a hacer”.
Ser criminal no es un eufemismo, pero a veces ser “terrorista” sí lo es. 

Cuando en el nombre de acabar con el terrorismo (y por ende con los terroristas) se estigmatizan, aterrorizan, y atacan poblaciones cuya identidad cultural es asociada histórica y mediáticamente con actos terroristas, esta denominación puede ser fatal para muchísimas personas que de principio no tenían nada que ver. En todo caso “la guerra contra el terrorismo” y “la guerra contra el crimen organizado”, tienen mucho de “eufemistas” en común. 

Otro eufemismo podría ser “tolerancia”, cuando se habla de la tolerancia entre individuos o entre naciones, se quiere creer que se trata de una actitud de respeto mutuo dónde existe cierto grado de comprensión y empatía hacia el otro que permite la convivencia sana y mutuamente benéfica. Pero la realidad es que la tolerancia hoy en día es nada más una manera de “aguantar”, a duras penas, al otro, ya sean de muchos o de a pocos, a muchos o a pocos.

De tal manera que decir “no habrá tolerancia para abatir el terrorismo” puede ser un mensaje desde un extremo a la derecha de un espectro, que puede significar el principio de la legitimización para la matanza de personas o grupos sociales. Hoy, en éste día, hay que hacer memoria buscando verdad, hay que rendir tributo a sabiendas que se puede seguir cometiendo procesos similares usando palabras que matan.

José Carlos Moreno

Logoterapia, Teatro, Cine, Derechos humanos y Gestión de Paz
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